Saturday, October 01, 2005

Must Love Dogs

Bueno, después de mi curado artículo acerca de las bolsitas de salsa (jejeje), vamos a hacer comentarios un poco más profundos y existenciales....

Hace una semana (el domingo pasado, para ser más exactos), fui al cine con varios miembros de mi familia. Renuentes a ver la secuela de "Gigoló por accidente", optamos mi madre y yo a ver la película "Must love dogs", que me la habían recomendado. Sobre el séptimo arte, es menester mencionar que mis películas favoritas son aquellas pertenecientes al género de comedia romántica, acción, etc. Así que no hubo gran problema con dicha película, me entretuve bastante (lo cual no pasó con mis familiares que entraron a ver la otra opción, que le spareció muy sosa y nada risible) tal que me permitiré aprovechar el espacio disponible para comentar la temática principal de dicha película.

Es curioso ver cómo la reacción ante el divorcio suele ser bastante diferente según el tipo de cultura que se trate. Por ejemplo, aquí se habla del caso de una mujer de más de 30 años, recién divorciada, cuya familia se empeña en presentarle prospectos para llenar el espacio vacante de una pareja. Cabe comentar que se trata de una familia norteamericana, ya que, de tratarse de una familia mexicana, creo que esa no sería la reacción. En México muchas veces el divorcio es un tema tabú, en el sentido de que buscar pareja en dicha situación para una mujer se confunde a menudo con libertinaje, ser de "moral distraída", por no utilizar los términos impropios que se vienen primero a la mente. En cambio, en Estados Unidos, muchas veces la familia es quien alienta al divorciado en cuestión para que busque una nueva pareja.

Mi opinión es que una persona divorciada está en toda la libertad de buscar establecerse de nuevo con otra pareja. Sin embargo, siempre debe haber un periodo de duelo, de reflexión. Estoy de acuerdo con la frase que si uno se cae, se tiene que levantar de nuevo, pero se debe tomar un tiempo prudente. Se tiene que analizar los puntos de oportunidad que uno como persona puede mejorar para no volver a caer en los mismos errores a la hora de intentar entablar una relación con alguien. ¿Cuántas veces no se ha sabido de personas que se vuelven a divorciar una o más veces, porque simple y sencillamente no se detuvieron a analizar que necesitaban mejorar antes de meterse de lleno a un compromiso nuevo?

Ahí se muestra el caso de Sarah, dueña de una personalidad seria y reservada, quien rodeada de una vorágine de sitios de internet para buscar pareja, y una docena de familiares entrometidos que no la dejaban en paz con el tema de "debes salir y conocer gente", empieza a actuar en contra de sus principios, de su forma de pensar, a salir con una veintena de tipos que no le aportan nada nuevo a su vida, y a aceptar los devaneos de un padre de familia del jardín de niños donde trabaja. Al final se da cuenta que aunque siga los parámetros del matchmaking, ese proceso no ha hecho nada más que hacerle sentir un vacío, en vez de llenarla en alguna medida.

Me identifico con el personaje en este sentido: en la sociedad el papel de la mujer profesionista es todavía muy desdibujado. A lo que voy es que es más fácil cuestionar a una mujer joven que se dedica a su profesión con la entrometida pregunta de "¿ya tienes novio?" o "¿y cuándo te casas?" (preguntas que a la siguiente persona que me las haga les contestaré con un soberano "¿qué te importa?" jajajaa), a preguntarle a alguien que se casó joven, que truncó su carrera cuándo va a terminar su carrera o a ponerse a trabajar. Ya que si uno hace dicha pregunta, alguien saldrá con la justificación: "no, pero ella ya se casó". ¿Y eso qué, preguntome yo? ¿Acaso es suficiente con ya se haya casado para decir que ya está realizada? ¡Claro que no! ¡Nadie tiene derecho a meterse a la vida personal de alguien si ese alguien no se lo ha permitido primero!

Aquí sale a colación el revuelo que se ha armado en mi ciudad ya que los domingos me han publicado varias poesías en el Suplemento Dominical. Y como mi madre trabaja en un puesto de atención a derechohabientes del ISSSTE (donde medio Matamoros acude), resulta que no faltan los comentarios malintencionados de personas que se asombran de mi capacidad de ponerme en los zapatos de otra gente y que creen que me estoy cortando las venas por alguien en particular dada la intensidad de mis poesías. A veces he pensado en dejar de emanar el néctar de mi inspiración sólo por dejar las insulsas voces de los necios, que no saben apreciar el arte como lo que es, arte, pero me he convencido de que no vale la pena. Prefiero vaciar todo aquello que trate de mortificarme y lo arrojo alegremente al cesto de la basura, y prefiero avocarme a las funciones de mi trabajo y a cuestiones más agradables, que no causen la pérdida de ningún otro cabello.

Wow! Este escrito salió mejor de lo que pensaba. Huyendo de Scila, me topé de frente con Caridbis, ¿no? Empecé hablando de Must Love Dogs, película en la que solté la carcajada cuando la protagonista menciona a Jane Austen como punto de referencia de las mujeres adictas al romanticismo, y terminé con mi propia inspiración como causa de revuelo.

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